Aún en estos días en los que la sociedad el primer mundo se jacta de ser evolucionada y liberal, escuchar la palabra porno realmente levanta muchas ampollas. Este adjetivo califica muchas cosas censurables ya de por sí, pero además es que implica a otras que supone estrechamente relacionadas, e incluso a veces lo engloba todo en una misma categoría. Porque llegados a este punto de intolerancia y estrechez de miras, la pornografía ha terminado por unir en un mismo concepto a todo lo que tenga que ver con lo romántico, lo sexual y lo erótico; cualquier tufillo a alguno de estos campos, y estás metido en el porno hasta el fondo.
¿Y crees que esto es algo novedoso, y que se nos ha ocurrido a los seres humanos hace cinco minutos? Por supuesto que no. La pornografía va asociada a todo lo que tenga algún carácter inmoral; claro, según la moralidad de algunos, que no está claro si es correcta o no. Y nadie sabe más de imponer la moralidad que las religiones monoteístas, que han sido la base, mal que nos pese, de los modelos de conducta de las sociedades modernas, incluso teniendo gran influencia en sus sistemas legislativos (eso en cuanto a la época moderna, en la antigua no es que fuera muy diferente pues también tenía gran influencia, aunque es cierto que la cosa iba por otros derroteros). Por eso, no tiene que extrañarnos que ya por aquellos años oscuros de la Inquisición (un invento español de que sentirnos orgullosos… o no) se crearon unos expedientes de escritos obscenos, que englobaban cualquier tipo de literatura escrita que los inquisidores consideraban de carácter romántico, erótico o sexual; estábamos, sin pretenderlo, ante la primera censura a lo que en un futuro se denominaría pornografía.
La Inquisición desapareció, y las manifestaciones artísticas basadas en el sexo y el erotismo siguieron desarrollándose; pero la censura y el rechazo de los pilares de la sociedad no acabó de terminar. Por eso, hoy en día aún es muy difícil que alguien se reconozca afín al porno gratis sin recibir cierto rechazo, y sin que tenga que echarle redaños a su admisión. Y digo al porno gratis porque, a estas alturas del partido, no es difícil acceder a este tipo de contenido, sobre todo si es a través de internet. Hace un tiempo que la pornografía es un bien de consumo al que no hay dificultades para acceder sobre todo de forma online, y los chicos y las chicas en nuestra sociedad actual ya lo reconocen como parte de sus vidas. Pero, si bien a jóvenes y maduros nos gusta ver lindas jovencitas ligeras de ropas o desnudas directamente teniendo sexo sin restricciones ya sea a solas, en pareja o en grupo, ya te será difícil que alguien lo reconozca abiertamente.
Sin embargo, por muy hipócrita que queramos ser como sociedad, es inútil esforzarnos en no admitir que la pornografía ha sido, es y seguirá siendo algo importante en nuestra forma de vida; tan antigua como el ser humano, y tan duradera como lo haga la especie. Porque es un sector que mueve mucho millones, ya que no es algo centrado únicamente en fotos o videos xxx: en estos momentos cualquier medio que sea capaz de excitar nuestra mente, y por ende nuestro cuerpo, es una manera de hacer llegar la pornografía a cada uno de nosotros. Pinturas, cine, literatura, relatos, cómics o incluso la recién creada gastronomía erótica pueden llegar a la categoría de porno. Y no es de extrañar que nuestras nuevas generaciones sean cada vez más imaginativas para conseguir introducir el concepto en nuestras vidas, pese a quién pese.